La velocidad a la que se han diseñado, fabricado y administrado las primeras vacunas contra la COVID-19 ha sido un hito sin precedentes en la historia de la ciencia pero eso no significa que se haya hecho mal. La realidad es que se han cumplido todos los protocolos y fases habituales en estos procedimientos. Estos documentos son públicos y los puede consultar cualquiera.
Algunas de las razones por las que estas vacunas se han desarrollado y comercializado en un tiempo récord en comparación con otras son las siguientes:
– Los coronavirus no son virus nuevos para el hombre y afortunadamente tenemos muchos datos sobre como funcionan y la función de muchas de sus proteínas. Esta información ha ayudado a saber por ejemplo que la proteína S del virus es un buen candidato a vacuna porque induce una buena respuesta inmune en comparación con otras proteínas del virus.
– Estamos usando prototipos de vacunas ya existentes por lo que no partíamos de cero. Puede parecer nuevo pero las vacunas de ARN mensajero o las basadas en adenovirus llevan estudiándose décadas.
– Algunas fases clínicas que normalmente son secuenciales se han solapado. Esto no significa que las distintas fases se hayan acortado, significa que por ejemplo las fase 1 y 2 se han hecho casi en paralelo para obtener por ejemplo la dosis ideal de la vacuna y caracterizar la respuesta inmune.
– La financiación es muy importante en ciencia y el desarrollo de estas vacunas ha tenido una inversión económica sin precedentes tanto de instituciones públicas como privadas.
– Ha sido muy fácil encontrar voluntarios para las distintas fases clínicas.
Aquí podemos ver una comparación del desarrollo tradicional de una vacuna con el de las vacunas frente a la COVID-19:

Fuentes: